Cuando volvía a su cuarto, escuchó unos extraños ruidos que provenían del salón, Bobby entre asustado y curioso fue a ver que ocurría. El ruido venía de la chimenea, parecía que alguien bajaba por esta. El niño apagó la luz del salón y cogió algo de uno de los cajones del mueble, después esperó.
Papá Noel terminó de descender por la chimenea de la casa de Bobby, estaba cansado, además había pasado toda la noche discutiendo con uno de sus renos, el cuál no tenía ganas de seguir trabajando.
- No sabe quién soy yo, mañana lo sacrifico, mira por donde este año comemos reno por navidad.- pensaba.
Bobby estaba atento a la imagen, un viejo, gordo, vestido de Papá Noel, con la barba incluida se había colado en su casa.
- La verdad es que para ser un ladrón, el viejo se lo ha currado.
El anciano comenzó a hacer sitio debajo del árbol de navidad, cosa que el niño entendió como lo que parecía, le estaban robando, pero no, a su familia nadie les estropearía la navidad.
Bobby encendió una linterna, enfocando directamente a Papá Noel, este se sobresaltó:
- Niño, deberías estar durmiendo, sino no podré darte tus regal…
Al viejo no le dio tiempo a terminar la frase, Bobby sacó una pistola que empuñaba con la mano que escondía en la espalda y disparó un tiro muy certero, justo en el centro de la arrugada frente del anciano.
En casa de Bobby ese año no hubo regalos, ni en muchos otros hogares americanos. Ese año Bobby solo recibió un regalo, la licencia de armas y su pistola, ventajas de ser americano…
Mientras al otro lado del charco, todos los niños tuvieron sus respectivos regalos, ventajas de preferir a los Reyes Magos…
