jueves, 24 de mayo de 2012

Terapia

Quizá soy un privilegiado, no todo el mundo se encuentra cara a cara frente al mismísimo Dios. O quizá simplemente sea una condena, o puede que yo sea una especie de Vicediós, como el Mesías del siglo XXI.
No lo se, el caso es que el “todopoderoso” me miraba, sus mirada era tímida, no intimidaba nada, me llamó la atención lo cuidada (y espesa) que tenía la barba.
Yo le observaba curioso, el sabía que me impacientaba saber para que me buscaba, claro que lo sabía era el todopoderoso. Así que aquel poderoso hombre (¿puedo decir hombre?) de frágil aspecto no se demoró más.
- Manuel, ¿quieres saber para que he venido, verdad?- jejeje, como molaba su voz con eco permanente, aunque siempre que me llamaban Manuel la cosa no iba bien, así que me limite a asentir.- Vengo a encarrilar tu camino. Con la poca edad que tienes y el daño que has hecho a tantas personas, debes cambiar si quieres que la cosas te vaya bien.
¿Y para eso baja tanto? Mente en blanco, mente en blanco que este escucha…
- Y bien, ¿tienes algo que replicar?
Nunca se me ha dado bien el póquer, y como confirmaría minutos después, tenía todas las de perder, aún así y como siempre me había perdido la boca, decidí marcarme un farol.
- Dices que yo he hecho daño, seguro que tú me ganas, claro que me llevas un huevo de años de ventaja.
- ¿Los enumeramos?
Empezó él, me recordó aquella tarde de agosto, yo tenía seis años, hacía mucho calor, mi madre dormía la siesta y yo le robé catorce duros para comprarme dos sobres de pegatinas de fútbol.
Flipas, catorce duros nada más, y ahora te clavan casi un euro por uno solo.
En fin me tocaba a mí. Pensé que reprocharle, y le dije lo típico:
- ¿Las guerras?
Dios comenzó a reír a carcajadas, me contó que el no influía en los pensamientos de las personas, que nosotros deberíamos encargarnos de arreglar el mundo solos.
Manda huevos que venga a buscarme por catorce duros, ¿no sería mejor que buscara a Bush o a ZP?, por ejemplo.
Dios siguió recordándome negativos capítulos de mi vida. Lo cierto es que hacía calor en aquel sitio, que por cierto, ni idea de donde estaba, ya podíamos habernos visto en el Rempalme Rock*, estaba claro que el jugaba con mejores cartas y el factor cancha, que cabrón.
Dio un salto bastante importante para llegar al siguiente incidente, por lo que se ve desde esos puñeteros catorce duros hasta la adolescencia me tuve que portar bien, me recordó aquel capítulo de mi vida, del que, seamos sinceros, no me enorgullezco nada, en el cuál por culpa de un viejo amigo, llámenlo ex amigo, nos dedicábamos a putear a una compañera de clase simplemente porque ella dejó a ex amigo.
- Bueno Manuel, creo que te toca.
Seguía pensando, ya no solo en aquella compañera, sino en la cantidad de putadas que habíamos hecho ex amigo y yo, menudo hijo de puta era él y que poca personalidad tenía yo para negarme. Espero que me sepan perdonar.
Dios, ese cabronazo, con tan solos dos anécdotas ya me había derrotado. No sabía que replicarle, el asentía, lo sabe todo y sabe que su terapia estaba funcionando.
Seguí reflexionado y aunque me sabía derrotado decidí pasar al ataque.
- Y de mi, ¿quién cojones se preocupa? Pocas veces en mi vida he recurrido a usted, nunca he sido demasiado creyente (aunque salta a la vista que si que existe), pero esas veces que creía que debía pedirte, nunca estuviste ahí. Para eso tampoco influyes, ¿no? Para prestarme un poco de suerte en los peores momentos. Jamás, ¿me oyes?
Suspiré, no sé en qué momento comencé a sudar, estaba agobiado, quería salir de allí, pensaba que Dios estaría en algún sitio más fresquito, aquello parecía el puto infierno.
- Así os va a la humanidad, doy si me dan, ¿no? Así no funciona, todos tenéis vuestro momento, debéis tener fe, no tirar la toalla. Tú dedícate a dar y seguro tendrás resultados.
No me convencía del todo, enfermedades graves en familiares, la cosa chunga en el trabajo y alguna otra cosilla que me reservaré, a pesar de ello, asentí a todo, total, siendo un hijo de puta tampoco me fue bien.
Seguí conversando unos minutos con él, eso, o como queráis llamarlo, al final me convenció de que para solo tener 24 años tenía muchas papeletas de acabar en el infierno, algunas de las citas que rememoró me hicieron incluso que me repugnase de mi mismo.
La conversación, la terapia o lo que fuese acabó, me fui algo defraudado, esperaba que me hubiese llevado años atrás a ver las escenas que me recordaba, en plan fantasma de las navidades pasadas, pero no, Dios también estaba en crisis.

Con un chasquido de sus dedos desperté en mi cama, si desperté, ¿qué esperabais? Nunca he estado demasiado cuerdo, pero aún no estoy como para que me encierren.

Nota 1: Todo parecido con la realidad es simple casualidad…
Nota 2: Siento las palabras malsonantes, pero este relato debía ser así.
*Rempalme Rock: Local de copas sin garrafón, muy buena música y gran ambiente al que es asiduo un servidor. Plaza Adolfo Suárez, Alcantarilla(Murcia)

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