Me quedan unos instantes de vida. Mi verdugo continúa diciendo ese típico texto que se antepone a la ejecución, a mi ejecución.
Soy culpable, no puedo negarlo. Además es tarde para absurdos arrepentimientos, debo ser un hombre y asumir mi castigo.
La muchedumbre observa al verdugo, cientos de personas, todos familiares y amigos de la víctima. Lo cierto es que ella siempre fue preciosa. No había ninguna razón para hacer lo que le hice. Su vestido blanco le hacía parecer una diosa…
Y yo ahí, en primera fila, nadie me mira, pero yo me siento el centro de atención.
El final llega, el verdugo finaliza su discurso, cierro los ojos fuertemente:” Puede usted besar a la novia”.
La muchedumbre aplaude, yo lloro sin abrir los ojos…
5 comentarios:
jajaja muy bueno, aunque vaya comparación!!!
un beso.
jajaja no sé yo!!
Me ha gustado, buen relatillo. Me recuerda a mi anoche, que estuve intentando convencer a un menda que no conocía de nada para que no se casara...
Historia de masoquismo, como se le puede llamar sino a ir a la boda de la persona a la que amas...
Lo que no entiendo es porque todos ven el matrimonio como una pena de muerte, que mentes mas perversas deambulan por este lugar.
Sí, está bien, y encima cortito, para leer en un domingo de resaca. Mola.
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