miércoles, 6 de octubre de 2010

Aroma a menta


Despertó recostado en la arena de alguna playa. Estaba desconcertado, no sabía donde estaba, ni como había llegado allí.
Miraba de un lado a otro con los ojos entrecerrados por la ceguera que le producía el sol. Poco a poco sus ojos fueron adaptándose a la luz y pudo ver que una chica caminaba cerca de él, caminaba realizando lo que parecía una especie de círculo.
Aquella joven caminaba muy despacio con la cabeza agachada, los ojos cerrados y en ningún momento observó al joven que continuaba sin incorporarse.
Cuando pasó cerca de su cabeza el joven pudo percibir un aroma a menta que le cautivó, cerró los ojos para concentrarse en aquel olor. Cuando volvió a abrirlos la observó ahora más de cerca y la reconoció. No podía ser nadie más que ella.
Ella siguió caminando hasta que llegó a donde estaban sus pies y se detuvo, el joven se levantó y fijó los ojos en los de la joven, ahora abiertos, lloraba, pero el chico no podía saber el porque.
La muchacha comenzó a caminar de nuevo, ahora en línea recta hacía el joven, cuando llegó al chico ambos se abrazaron como nunca, como si no hubiese mañana, como si fuera el último abrazo.
La joven cerró los ojos de nuevo, él antes de cerrarlos observó detenidamente lo que la chica había dibujado con sus pasos. Era un corazón, partido por la mitad por la silueta del joven y los pasos de ella hacía él…

Cuando la policía llegó a la casa del joven, alertados por los vecinos, era demasiado tarde, el joven había muerto unas horas antes, se había clavado un puñal en el corazón. Un cautivante aroma a menta impregnaba aquella casa…

5 comentarios:

The crow dijo...

Me gusta, buen relato

Raúl dijo...

Sí, no está mal. Cortito y conciso, está bien llevado.

Granados dijo...

Teniaís alguna duda?

Raúl dijo...

¿Que si teníamos alguna duda? Nunca.

Tomás dijo...

Está chulo, sí.