Me miraba de arriba a abajo, apuró su copa y la dejó sobre la mesa. Yo también la observaba, iba preciosa, como siempre. Nos conocíamos desde hacía mucho y siempre creí que la amaba, y realmente era así, la quería, pero no me gustaba. ¿Y ella a mí? No podía saberlo, pero su mirada parecía decir que si.
Me miraba de arriba a abajo a la vez que dejaba caer su camisa al suelo y yo desabrochaba mi vaquero. La quería pero no como ella creía que lo hacía. ¿Y ella a mí? No podía saberlo, pero su mirada parecía decir que si.
Nos abalanzamos uno sobre otro y todo acabó con el polvo más triste del mundo…